ANÁLISIS LEXICOMÉTRICO

Acostumbrados a leer detrás de las palabras olvidamos con frecuencia la superficie textual, el lenguaje usado por los autores para expresar sus ideas. En la atención al fondo descuidamos la forma. Estamos más interesados en descubrir el fin al que querían llegar los autores que no atendemos a los medios usados para ello.

El análisis lexicométrico se nos presenta como un estudio estadístico del lenguaje (mejor dicho, de las palabras). Esta vía de cuantificación léxica parte de la superficie misma del discurso producido “deconstruyéndolo” en una serie de índices de frecuencia para, en una segunda fase interpretativa, recomponerlo dando cuenta de sus mecanismos discursivos y de la ideología latente en ellos. El “problema” interpretativo radica en hacer hablar a los listados sin caer en convicciones pre-existentes.

Para este último trabajo he elegido 24 entradas (12 de cada uno) de dos blogs feministas, Gizonduz (en la categoría de feminismos) y Red feminismo. Para el análisis lexicométrico he utilizado el programa Antconc, herramienta de análisis textual que nos proporciona la oportunidad de analizar palabras o grupos de palabras dentro de uno o varios textos: su orden de frecuencia, orden alfabético, búsqueda de palabras clave en un texto, etc.

He incluido en el programa una lista de exclusión de palabras, que son unidades léxicas sin contenido específico, para evitar el “ruido”.

Con el fin de seleccionar sobre el total de palabras que siguen apareciendo en ambos, he considerado como significativos aquellos 19 términos que tienen una media de aparición más elevada. En los siguientes gráficos podemos observar los resultados:

Gizonduz

1ero

 

Red feminismos

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La palabra más utilizada en los dos blogs es mujeres (71 y 39 veces respectivamente). En términos de vocabulario, parece que se da preferencia al concepto abstracto “mujer/mujeres” sobre el concepto “feminista/feminismo” que conlleva mayor peso crítico y mayor contenido socio-político. De igual modo, ambos blogs contienen términos relacionados con el feminismo (género, hombres, machismo), lo cual no me aporta nada al análisis, salvo que estamos claramente ante discursos feministas. Algo que ya sabía al escoger los posts. Lo que realmente me llama la atención (y la atención es siempre subjetiva) es la utilización de ciertos términos. Comenzaré por el blog de Gizonduz y la palabra maternidad.

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Las relaciones del feminismo con la maternidad han sido, por lo menos, incómodas. Un tema aún condicionado por el sistema patriarcal que divide el trabajo productivo-reproductivo, por las políticas de sexualidad y reproducción que siguen concibiendo la maternidad como un asunto natural y biológico, pero, a su vez, una experiencia de deseo, de utopía.

En los textos este término se relaciona en tres ocasiones con feminismo, construyendo el tándem “feminismo y maternidad”. Parece que lentamente (muy lentamente) se va entendiendo que en la maternidad el feminismo es imprescindible. Tenemos el derecho de “ser malas madres”, madres imperfectas, falibles y dejar de sentir culpa cuando no cumplimos con las expectativas sociales que conlleva la maternidad.

El término igualdad también merece atención especial, sobre todo cuando va acompañado por las palabras políticas, lucha y organismo. No se conseguirá avanzar sino contamos con políticas y organismos que impulsen la tan deseada (y nunca totalmente conseguida) igualdad.

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Del blog Red feminismo destacaría el tema de la violencia. El uso de palabras como víctima, agresor, violencia nos sitúan ante un blog más reivindicativo. Incluso si analizamos el contexto de la palabra sociedad veremos que tiene connotaciones tanto negativas (sociedad enferma, machista, absolutamente hostil) como positivas (igualitaria, justa, opuesta al individualismo).

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Soy consciente que mi interpretación es tan sólo eso, una interpretación. Con un número tan reducido de entradas es difícil establecer conclusiones definitivas, pero si tuviera que arriesgarme a una definición diría que Red feminismo es más combativo y Gidonduz se dedica más a educar y reeducar.

CONCLUSIÓN

A modo de conclusión podríamos decir que las facilidades del hipertexto podrían ser apreciadas como una especie de lógica extendida del happening: por un lado, su natural apertura favorece los actos de libertad consciente, de otro, su forma “red” permite el establecimiento de relaciones inagotables y, finalmente, la elaboración de una forma que no está forzada por ninguna prescripción. Pero, además, como hemos comprobado, sus propiedades reivindican la generación del pensamiento no lineal (asociado a la creatividad), y la suspensión de un pensamiento jerárquico, lineal, logocéntrico, a favor de un procedimiento no lineal y nómada. Ahora bien, ¿por qué si el hipertexto proclama un poder democratizador de la escritura seguimos produciendo el mismo tipo de texto lineal y secuencial de siempre? ¿Será que en el fondo seguimos siendo una sociedad logocéntrica?

De hecho, en esta asignatura me he limitado a entregar un texto lineal, nada hipertextual y desde luego nada que incluyera texto, sonido e imagen. Lo cual, visto «a posteriori” habría sido un puntazo.

Pero ésa es sólo una de las caras del “problema hipertextual”. Entramos en la red, en el laberinto, buscando sabiduría o, como tantos, para satisfacer algún deseo. Aun así, tenemos algo en común con Teseo, que entró en el laberinto para encontrar y acabar con el monstruo que lo guardaba, con la sola diferencia de que muchos hipertextos son un laberinto sin Minotauro, por eso es tan fácil perderse en ellos. Su fin no está en ellos mismos, sino que viene impuesto por una contingencia externa al relato o al texto. Abandonamos haciendo clic en salir porque tenemos otras cosas que hacer. Comer, descansar, trabajar, dormir. O de modo brusco, cuando se produce un fallo en la conexión. Pero cuidado, quizás hayamos derrotado al Minotauro, pero ¿siempre volvemos a casa más sabios?

Nuestra ansiada aspiración a la sabiduría no ha encontrado en el hipertexto su formato más estable ni reconfortante. No es este el mejor tiempo para adquirir sabiduría. Quizás otro día.

 

NARRANDO HISTORIAS

Todos narramos historias. Cuando alguien nos pregunta por lo que hemos hecho, por lo que pretendemos hacer o por algún episodio de nuestras vidas, simplemente le relatamos una historia. Una historia hilada, con sentido (la mayoría de las veces), organizada sobre la base de conectores y de secuencias temporales. De hecho, la vida de cada uno de nosotros no es más que una historia construida, una historia donde el actor principal del relato es la persona que está relatando los acontecimientos. El relato de cada persona es único, y los significados que le atribuye a los acontecimientos van a depender en gran medida del sistema u organización de significados que fue adquiriendo a lo largo de su vida, en la convivencia con otras personas, en sus encuentros y desencuentros.

El convivir nos ha obligado a coordinarnos conductualmente para poder actuar. Como si de una obra de teatro se tratara cada personaje ejecuta su papel y sigue un guión del que no es consciente pero que sabe interpretar a la perfección. Los acontecimientos que van transcurriendo van teniendo sentido en el argumento total de la historia. En definitiva, las narraciones son aquellos instrumentos a través de los cuales damos sentido a nuestro mundo. Narrar historias, no es más, que el arte de resumir la vida. Y es que como afirma Sartre en La Náusea»…el hombre es siempre un narrador de historias; vive rodeado de sus historias y de las ajenas, ve a través de ellas todo lo que le sucede, y trata de vivir su vida como si las contara».

Hey blogger…

Tras digerir el @ vino el arte de inventarse un correo electrónico. Y con ello nació la impostura, el nickname, la búsqueda, aún no resuelta, de modelos literarios aplicados a la red. Se inventó un nuevo verbo: ficcionar, ficcionarse. La ficción fue expropiada, se socializó. Luego llegaron los blogs. Ficcionarse con ellos es de lo más fácil. Uno puede usar su máscara, su identidad preferida. Permite envalentonarse, al tímido le posibilita una vida socialmente activa y al enojado la oportunidad de la catarsis.

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Todos (unos más que otros) nos subimos al “ring” para dejarnos notas, críticas sutiles (a veces no tan sutiles), proyectos de novelas que nunca verán la luz, declaraciones de militancia, actos de fe y ensayos que dibujan la visión de los adictos y los opositores a la red. En medio de esa vorágine escritural, esa “tormenta cruel e infinita de palabras” para utilizar una imagen de Christopher Priest, los participantes se dirigen el uno al otro directamente. Aquí el estilo de la discusión admite lo personal, lo anecdótico, lo subjetivo[1]. Permiten un debate más inmediato y hasta democrático, pero también demasiado efímero. Los blogs convierten al usuario en una neurona que hace sinapsis con otras neuronas, la red de impulsos eléctricos transformados en palabras produce un diálogo a alta velocidad. Abundan las ocurrencias, pero el pensamiento es tan rápido que la memoria resulta casi siempre pasajera.

Lo que hace que el lenguaje en la red sea diferente como forma de comunicación es el modo en el que se nutre de características que pertenecen por igual a ambos campos de la divisoria oralidad/escritura. En esta mezcla de rasgos propios de la escritura y la oralidad, emergen formas de escritura que en otros contextos serían consideradas incorrectas. Pero quizás el elemento más novedoso es que la escritura está bajo el control editorial del que escribe y que se utilicen enlaces hipertextuales para conectarse con otros bloggers. El asunto no pasa sólo por presentarse sino también por trascender, y lograr ser “visitado” cuantas más veces mejor. No se trata ya de ser amado por lo que uno es, sino amado por lo que uno dice ser.

Pero cuidado, la atención en la red es efímera. El principal impacto va relacionado con la brevedad. El lapso de atención del lector comienza a familiarizarse cada vez más con los 140 caracteres de Twitter, con el pie de foto. Por ende, la lectura se vuelve fragmentaria y en busca de satisfacción inmediata.

[1] Si estás dispuesto a hacer concesiones (en número considerable), el tono recuerda a los periódicos de principios del siglo XVIII y a los primeros del moderno espíritu crítico

LENGUAJE Y REALIDAD

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Erich Fromm afirmaba que la manipulación de las cosas o de las personas produce en cada caso efectos totalmente distintos. Se puede manipular las cosas sin dañar su naturaleza. El hombre, sin embargo, no puede ser manipulado sin que sufra algún perjuicio. La manipulación reduce al hombre a la escala de la “coseidad”, y resulta, por consiguiente, autodestructiva. Los expertos hablan de manipulación del individuo por parte de los medios de comunicación, del poder manipulador de la publicidad, de los diversos regímenes políticos y de organizaciones sociales, de la violencia y el terrorismo ideológico, del sentido de la historia y de los procesos mentales. En todo caso, manipular es adecuar las explicaciones, el lenguaje, en función de la audiencia.

Victor Klemperer escribió, sobre el uso del lenguaje en el Tercer Reich, un libro[1] a la vez maravilloso por su clarividencia y sobrecogedor por sus implicaciones a largo plazo. Se reflexionaba sobre la paulatina degradación del lenguaje en una sociedad que iba siendo dominada por los nazis. A través de una observación diaria del proceso, el autor se dio cuenta de cómo la creciente utilización de eufemismos o la machacona repetición de determinadas palabras iban configurando poco a poco el pensamiento de toda una sociedad. Su diagnóstico coincide con el que años más tarde hizo George Orwell en su artículo Politics and the English Language sobre la relación entre lenguaje y fascismo. En este artículo hay una frase que se puede considerar todavía actual: “en nuestro tiempo, el discurso político supone en gran medida la defensa de lo indefendible”.

[1] LTI: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo.

POESÍA DIGITAL

Aunque el hipertexto no nos ha traído la revolución textual que predecían los gurús de los ochenta, sí que podemos afirmar que el poema se encuentra especialmente cómodo en el entorno digital. A través de los dispositivos móviles la poesía se convierte en una especie de juego: manipulamos, destruimos y recomenzamos tantas veces como nos plazca. Jugar cobra de nuevo sentido en la poesía digital. El significado es la mezcla del componente visual y sonoro, el ritmo del sonido y el ritmo del movimiento que permiten una nueva y diferente manipulación del poema.

En este caso, los componentes visuales, cinéticos y sonoros nos remiten a tiempos antiguos, cuando la poseía se representaba, se recitaba. Nos evocan ecos de celebraciones colectivas, espectáculos donde la palabra era la protagonista. Con la poesía digital nuestro cuerpo, tantas veces en calma mientras la mente se evadía con los versos, se pone en estado de alerta para observar imágenes, colores y movimientos, para escuchar sonidos o melodías. Estamos ante una performance virtual, eso sí, diferida en el tiempo, en el espacio, efímera pero recuperable en parte. Y aunque se pierde la posibilidad de compartir el tiempo y el espacio en directo, el espectáculo ha tenido lugar para nosotros, los lectores que, además hemos formado parte de éste.

Una muestra ilustrativa de poesía hipertextual es “The ballad of Sand and Harry Soot de Stephanie Strickland. En este poema los versos van apareciendo a medida que se descubren los enlaces. Se trata de una obra compleja que admite varios modos de navegación, desde el totalmente aleatorio hasta el consecutivo en el que van apareciendo, con sólo clicar en la fotografía, secuencialmente los versos del texto.

Existe una relación muy íntima entre las imágenes y el texto, tanto que a veces es difícil distinguir si los versos fueron escritos para navegar junto con las imágenes o las imágenes fueron buscadas para convertir la balada en una pieza coherente.

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Otro ejemplo, aunque con estética de videojuego, sería “Game, game, game and again game” de Jason Nelson. La acción es “copia “de Mario Bross, donde se corre y se salta empleando las teclas del ordenador. Sus dibujos recuerdan en cierta manera a Dubuffet y Basquiat.

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Estos dos casos son ejemplos para la reflexión sobre cómo se influyen poesía electrónica y soporte. Admitir que el soporte en el cual la encontramos es algo que afecta a la obra literaria en aspectos esenciales puede significar aceptar que los lectores sufrimos un proceso de identificación de la obra con su soporte, del cual es difícil sustraerse.

NET.ART Y LA VISUALIZACIÓN DE DATOS II

Otra de las cuestiones de mayor interés que han ido apareciendo en el desarrollo del arte de Internet es qué aspectos poéticos podrían derivarse del hecho de que los datos informáticos sean navegables y visualizados a diferentes escalas.

Un ejemplo de esta inquietud es “The Dumpster” (2006) de Golan Levine, Kamal Nigam y Jonathan Feinberg (desarrollado con Java/Processing) y comisionado por el Whitney Artport con la Tate Online en 2006. Esta obra emplea posts reales de millones de blogs para conformar una colección de 20.000 rupturas sentimentales que tuvieron lugar durante el año 2005. Lo que se nos presenta sería la experiencia del “dolor romántico global”, en una fusión entre la generalización estadística y la particularidad sentimental gracias a las propiedades de zoom de la obra.

Uno de los elementos de mayor interés de este tipo de proyectos de visualización es precisamente que permiten relacionarnos con los datos e informaciones que fluyen por la red a diferentes niveles, desde la visión más general y cuantitativa hasta la más detallista y puramente cualitativa. Se hace posible, pues, retratar momentos de la vida de la multitud en línea desde una perspectiva en que la visión macro y la visión micro no se excluyen entre sí.

Igualmente “We Feel Fine[1]” de Jonathan Harris y Sep Kamvar (2006) agrega los sentimientos de un gran número de blogs y sitios sociales a escala global. Desde agosto de 2005, We Feel Fine estuvo cosechando los sentimientos humanos de un gran número de web blogs. Cada pocos minutos, el sistema busca las entradas de blog publicadas recientemente en el mundo con oraciones que empiezan con las palabras “Yo siento” y “Yo me siento”. Cuando encuentra una frase, se graba la frase completa e identifica el “sentimiento” expresado en esa frase (por ejemplo, triste, feliz, deprimido, etc.) Debido a que los blogs están estructurados en gran medida de manera estándar, la edad, el género y la ubicación geográfica de los autores a menudo pueden ser extraídos y guardados con la frase, además de las condiciones climáticas locales en el momento en que la frase fue escrita. Toda esta información es archivada.

El resultado es una base de datos de varios millones de sentimientos humanos, que aumenta en 15.000-20.000 nuevos sentimientos por día. El sistema nos permite recorrer la base de datos, a los que podemos acceder por medio de preguntas y visualizaciones, que ofrecen panoramas tan diversos como el sentimiento generalizado de un país entero.

La interfaz de estos datos es un sistema de partículas de auto-organizado, donde cada partícula representa un solo sentimiento publicado por un solo individuo. Las propiedades de las partículas (color, tamaño, forma, opacidad) indican la naturaleza del sentimiento, y en cualquier partícula se puede hacer clic para revelar la frase completa o fotografía que contiene.

[1] El motor de recopilación de datos de WFF utiliza software personalizado escrito por Harris y Kamvar, utilizando Java, Perl, MySQL y Apache. El applet se ha creado usando el software Pocessing y PHP se utiliza para diversas tareas de mantenimiento en el servidor.

NET.ART Y LA VISUALIZACIÓN DE DATOS I

En los últimos años la popularización de las redes sociales nos ha llevado al estatus de lo que algunos teóricos como Manuel Castells han denominado “Sociedad Red”. Y en esta sociedad red prima el trabajo inmaterial, orientado a la producción intelectual y afectiva, dándose además un crecimiento importante de las industrias de la conciencia (ocio, espectáculo, cultura, experiencia…). Una sociedad con tendencia a la participación y a vivir la experiencia de un modo mediático.

Ampliando la esfera de relaciones desde este contexto, se han establecido nuevas formas híbridas en el networked art. Éstas participan de las redes sociales, plataformas de participación y proyectos en línea como nuevos contextos de actuación y como referentes en los que poner a prueba los potenciales subjetivizadores y críticos del medio. La difusa línea entre arte y activismo, entre creación y divergencia vuelve a ser transitada en las nuevas propuestas de creación online.

Aquí sólo me ocuparé de las obras producidas a partir del uso de las plataformas tipo blog. En este sentido la obra de Gustavo Romano “Pocketlog” 2004) refleja el uso cada vez más cotidiano de Internet, no únicamente como consumidor sino como creador y productor de contenido. El trabajo que presenta con la lógica del Blog, exhibiendo cada día una fotografía que muestra el contenido de los bolsillos del artista a partir del 24 de mayo de 2004. La tensión de lo privado y lo público, la asimilación de la conducta de conectarse todos los días a Internet, y su rol como mediación entre el contacto de dos personas.

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Vinculada a una idea de registro de lo cotidiano para ser compartido a través de Internet, Marina Zerbarini entre abril y junio de 2009 comparte a través de su cuenta de Flickr la imagen de los residuos de café de sucesivos días. “Hoy no caigas en la trampa” (2009) refleja la necesidad por hacer público lo íntimo, aludiendo a su vez, al mito de que la lectura de los posos de café permite conocer el futuro de una persona permitiendo que cualquiera pueda descifrarlo sin que la artista lo sepa.

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Eduardo Navas, también a partir del formato blog, propone una resignificación de un texto original de Andy Warhol. La obra “Diary of a Star” (2004-2007) se basa en los diarios escritos por Warhol y los reproduce a lo largo de diferentes entradas del blog creado por Navas. De esta manera, por ejemplo, el escrito de Andy Warhol del 17 de febrero de 1987, se lee como un post del 31 de diciembre de 2007. Al mismo tiempo cada una de las entradas tiene comentarios de “metadandy” que funciona como un alter-ego del autor de la obra.

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DE LA ORALIDAD A LA ESCRITURA

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Como Havelock afirma: “No es la creatividad, sea ésta lo que fuere, sino el recuerdo y la memoria los que contienen la clave de nuestra existencia civilizada”[1]. Por ese motivo, la manera de usar los sentidos y nuestra forma de pensar se vieron afectados, de manera decisiva, por la transición de la oralidad a la escritura, ambas, formas de resguardar la memoria de la civilización. Desde un punto de vista histórico[2], el alfabeto separó al orador, el lenguaje y la acción. Este fue un cambio de gran envergadura. Una vez que un texto estaba escrito, parecía hablar por sí mismo y, para escucharlo, el orador dejaba de ser necesario. A la vez, se produjo un desplazamiento de un lenguaje de acción a un lenguaje de ideas. La reflexión comenzó a suplantar el papel que previamente había tenido el relato de acontecimientos. La aparición del alfabeto, cambió nuestra manera de pensar las cosas. Pasamos a preguntarnos “¿qué es la sabiduría?”, “¿qué es la valentía?” con independencia de las acciones emprendidas por un Ulises o por un Aquiles. Pasamos a hablar de ellas como ideas, no como rasgos propios de personajes de relatos épicos. Con el interés por la pregunta “¿qué es…?” el énfasis se pone no en las acciones sino en el “ser” de las cosas. Con ello se abandona el “lenguaje del devenir” del pasado y se transita hacia una nueva forma de lenguaje: “el lenguaje del ser”. Sobre la base de este nuevo lenguaje se desataron las fuerzas de la reflexión, las fuerzas del pensamiento racional.

Si la escritura fue importante en la transición del pensamiento mítico al pensamiento filosófico, la imprenta fue concluyente para poder crear la conciencia de nación y el dominio eventual de la racionalidad. En un plano diferente, la difusión de la escritura impresa sentó las bases del desarrollo de la autoconciencia[3] y la reflexión individual como nunca antes. El descubrimiento reflexivo más pleno del yo subjetivo, la cristalización del ego, es el resultado no sólo de la escritura, sino también de la imprenta: sin estas tecnologías, la privatización moderna del yo y el agudo y doblemente reflexivo conocimiento moderno de sí mismo hubieran resultado imposibles.

[1] Havelock, Eric A. (1996) La musa aprende a escribir. Barcelona: Editorial Paidós Ibérica, S. A. pg. 104.

[2] La interpretación que se ofrece a continuación se apoya en los trabajos de autores tales como Eric A. Havelock, Walter Ong y Rafael Echeverría.

[3] Según Ong, “para vivir y comprender totalmente, no necesitamos sólo la proximidad, sino también la distancia. Y esto es lo que la escritura aporta a la conciencia como nada más puede hacerlo”. Ong, Walter J. (1987) Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. México: Fondo de Cultura Económica, S. A. pg. 85

REFLEXIONES ACERCA DE LA TEORÍA DEL CAOS

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Después de leer el documento de Joan Campàs acerca de la Teoría del Caos tengo digamos, “sentimientos encontrados”. Por un lado, la suma de cambios individuales produce que la sociedad se modifique y se den la creatividad y la innovación que conducen al cambio y que suman valor. En definitiva, nos rebelamos (positivamente o no), no nos conformamos, no mantenemos el statu quo. Pero, ¿realmente nos rebelamos tanto? ¿No somos, en general, conformistas?

Conformidad no es simplemente actuar como los demás, sino que implica ser afectado por cómo actúan ellos. Es, en líneas generales comportarse de forma diferente de cómo lo haríamos si estuviéramos solos. Así, podríamos definir la conformidad como un cambio en la conducta o en las creencias, de acuerdo con los demás. Pero si lo pensamos detenidamente veremos que muchas veces nos plegamos a una expectativa o solicitud, sin pensar realmente en lo que hacemos. En una celebración de gala nos ponemos corbata y vestido, aunque no nos guste o repetimos un informe correcto simplemente porque nuestro jefe/a considera lo contrario. Esta conformidad externa es la obediencia. Y es que nos guste o no, la mayoría de las veces nos conformamos para recibir un premio o simplemente para evitar un castigo. Si nuestra obediencia responde a una orden explícita, entonces la llamamos acatamiento. Otras veces creemos honestamente en lo que el grupo nos ha convencido que hagamos. Practicamos ejercicio, dejamos de fumar, comemos cinco piezas de fruta al día, bebemos 1 litro y medio de agua, etc., simplemente porque estamos persuadidos de que es lo más conveniente para nuestra salud y bienestar (y en mi caso particular porque se aproxima la “operación biquini”). Esta conformidad interior se llama aceptación. En ocasiones ésta sigue, como hemos visto en muchos períodos de la historia, a la obediencia. Así que sin restarle importancia a la influencia que pueden ejercer los individuos comunes en la sociedad, según el efecto mariposa, quizás deberíamos analizar primero que es lo que nos empuja a conformarnos, a obedecer, para tratar después de subvertir esta conducta.